lunes, 22 de diciembre de 2014

Vida


Abandonas idea y pensamiento
cuando lentamente la sangre se derrama
en las cortezas de árboles antiguos
que respiran en el silencio de la tarde;
lejos de tópicos de ángeles ciegos
cercan el reino de lo simple,
de lo etéreo.

Dejo que la sonoridad del tiempo
brote como la pluma de la tinta
violeta, verde o amarillo
de aquel pavo real que mira.

Sin viaje y sin desplazamiento
recuperamos el rumor de aquellos pasos
bajo una cúpula celeste que recuerda
todo lo valioso entre lo vano.

Lentamente van cayendo las sombras
y en las miradas de los más cercamos,
ya sean jóvenes o ancianos,
resplandece una nueva luz
que me hace confiar en algo incorruptible
en lo bello incesante, indiferente
a toda decrepitud.

Imposible olvidar ahora
la suavidad del firmamento
al contemplar un cabello rojizo,
al escuchar el murmullo de la naturaleza
y ver un alma que se eleva por encima
de los ruidos de la ciudad.

La Navidad se acerca...



Esta luz dorada sobre la madera
a la hora en que el día comienza a declinar
ilumina el jolgorio de los pájaros
que celebran la alegría de tardes,
recortes sinuosos de los árboles,
sobre un cielo naranja e infinito.

Pronto habrá de llegar la Navidad
y pupilas alumbran los sentidos
que en el interior de entrañas ardientes
acarician dulcemente el recuerdo
del sabio que renace entre la arena.

La madera susurra aquel lenguaje
de abuelos en las bibliotecas,
la calidez de un pecho abierto
que ha derramado sangre y fuego.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Aprender a mirar

Sumisos ante nuestras propias sombras
Olvidamos con demasiada frecuencia
Inclinar la cabeza hacia la luz.
Y volvemos el rostro
Siempre en el momento impreciso
En que la luz que hay en nosotros
Podría también arrojar luz
Sobre el amigo que nos alumbra.

Nota: el hombre es el único animal que tropieza más de 1000 veces con la misma piedra... habrá que comprarse otro burro!

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La muerte


La muerte es como un aguijón agudo
Como una mordedura en las entrañas
Que deja el cuerpo y los músculos entumecidos
La cabeza densa y pesada
Como si la sangre del cuerpo hirviera
Como si te atravesara una espada.

martes, 9 de diciembre de 2014

Atardecer temprano


                                                                  Al Nanu, de Cadaqués

En la hora en que la juventud comienza a declinar
Paseas tu recuerdo por las calles y avenidas
Mientras la luz del sol se cuela
Entre las hojas de los árboles de otoño.

Te preguntas dónde se fue lo que no está
Y lo que queda todavía de avenida,
De la calle cuyo final intuyes ya
Pero que todavía no imaginas.

En este atardecer temprano de tu vida
Te acompaña fiel y sincera la guitarra
Se cuela la madera entre las tazas de café
las sonrisas silenciosas de los viejos,
Las redes olvidadas por los niños.

Hoy te has levantado con el alba
Y has mirado con calma el agua oscura
Recordando aquel tiempo aun cercano
En que siluetas de barcas y de redes
De pescadores ancianos y salados
Iluminaban la bahía.

Rocas acariciadas por el agua
Han ido esculpiendo lentamente el recuerdo

¿Te imaginas cómo será esta costa árida
Sin su soledad,  sin sus rostros ancianos
surcados de arrugas por el viento y por el mar,
y los ojos que atestiguaban lo infinito?

Pronto las barcas de los ricos
-ricos que no tienen ni historia ni pasado-
Inundarán con el ruido de sus motores la bahía
Y los cuervos en la madera de los mástiles
Tañerán canciones sombrías.

Tal vez quede todavía entre las sombras
Una mirada azul perdida
Que pueda devolverle al mar el agua pura
Y a las costas su soledad salvaje

Y tal vez vuelvan así a gritar al viento las gaviotas
Con un silencio antiguo, susurrando,
Nuevas, cálidas melodías.

Las cantarán quizás los nuevos marineros
Capaces aún de navegar sin mapas y sin brújulas
De perseguir la última estrella de la noche
Y celebrar el nuevo día.