Cuando las aguilas del sueño
y las sonrisas de los viejos
se deshacen en bailes de silencio,
suenan las horas de un atardecer de invierno
etre las calles grises por la lluvia.
Horas en que reina la calma en los hogares,
mientras los niños, los pobres y los ancianos
abandonan de pronto sus lugares
transformandolos en horizontes plateados
donde el absurdo, el sinsentido y el silencio
se convierten en blancos cormoranes
que sobrevuelan los tejados y las calles
alzandose por encima del firmamento,
devolviendo a la luz del cielo sus colores.
Pronto las calles volveran a iluminarse
ahora que los campos de trigo resplandecen.
Un aguila ha devorado sus entrañas
para traer rayos de sol a los niños, a los pobres y a los ancianos
que vuelven a cantar entre risas y bailes.
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