"En una ocasión escuché a un viejo, razonable, bueno y santo hermano decir:
'Si oyes la llamada del Espíritu, escúchala y trata de ser santo con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Pero si, por humana debilidad, no consigues ser santo, procura entonces ser perfecto con toda tu alma con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, a pesar de todo, no consigues ser perfecto, por culpa de la vanidad de tu vida, intenta entonces ser bueno con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, con todo, no consigues ser bueno, debido a las insidias del Maligno, trata entonces de ser razonable con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, al final, no consigues ser santo, ni perfecto, ni bueno, ni razonable, a causa del peso de tus pecados, procura entonces llevar esta carga delante de Dios y entrega tu vida a la divina misericordia.
Si haces esto sin amargura, con toda humildad y con jovialidad de espíritu, movido por la ternura de Dios, que ama a los ingratos y a los malos, entonces comenzarás a sentir lo que es ser razonable, aprenderás en qué consiste ser bueno, lentamente aspirarás a ser perfecto y, por fin, suspirarás por se santo.
Si haces todo esto día a día, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, entonces, hermano, te aseguro que estarás en el camino de san Francisco y no te hallarás lejos del Reino de Dios."
Leonardo Boff, San Francisco de Asís. Ternura y vigor
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