Primavera que acudes
rauda por la ventana
y que tiñes de verde
el interior de mi casa.
Llegaste, de repente,
después de un largo invierno
de luchas y de espadas
y con tu suavidad
me acariciaste el alma.
Como el musgo
o la hierba nueva
dotaste de frescura a mis entrañas
y calmaste la sed de tanta espera
en aquella mañana clara.
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