I
Distancia de nubes blancas
entre las piedras marinas
que danzan bajo un sol de justicia
mientras corre el agua y se alzan
las voces como una espada
de soldados que meditan.
Despiertan entre las rocas
los pájaros que no cantan
porque el tiempo que se dilata
lanza lágrimas de ceniza.
Siluetas pensantes que sienten
la sal en las pieles resecas
y ven agrietarse la tierra
con todas sus piedras silentes.
Ves el horizonte y te dices
que a veces el tiempo se para
y la noche serena te aguarda
en la luz de la mañana.
II
De la profundidad del silencio
nace un lamento que te habla.
Te cuenta secretos de viento
de noches que se levantan
y de rostros descubiertos.
Notas que en tu piel agrietada
crecen lentamente los sueños
como árbol de ramas doradas
que mece suavemente el cuerpo.
Escuchas los rayos del cielo
que te acarician el alma
y oyes en silencio la calma
de voces que nacen sin tiempo.
Pero la conquista del reino
es un largo camino de espinas
que se abre mientras caminas
y miras el firmamento.
Las rosas caen desde el centro
como sangre de cálida brisa
que lava y cura tus heridas
traspasa tu cuerpo sin cuerpo
y te devuelve a la vida.
III
Un anhelo de elevarse
más allá de las montañas
como un águila veloz
que atraviesa con sus alas
nubes, árboles y valles.
Como el agua de la tierra
que ha clavado sus raíces
en el fondo de tu alma
suena una canción de cuna
que con su fuerza te llama.
Quieres abrazar colinas
ríos, rocas y montañas,
pero en el silencio miras
reflejo en el agua clara
cómo el rostro de una niña
te descubre su sonrisa
mientras se abre una ventana.
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