Continúan los paseos con Queralt. Este mediodía de primavera salimos las dos a comprar y en menos de diez minutos Queralt ha conseguido seducir a todo el barrio. Entro en la carnicería y todos le dan la bienvenida, me preguntan como es que se sostiene así tan tranquila sobre mis hombros, si no tiene miedo, y si no se quiere escapar. Hasta una señora me pide hacerle unas fotografías a lo que no puedo decir que no. En menos de lo que canta un gallo, Queralt se ha convertido en una estrella y no se ha dado ni cuenta. Gracias, Queralt!
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