La experiencia mística, tanto en Panikkar como en Krishnamurti (a pesar de hallarnos frente a dos autores que piensan de un modo muy distinto) se encuentra en la tensión que existe entre el esfuerzo de autocrítica y autocuestionamiento del propio pensar a través del lenguaje y el hacerse testimonio de un pensamiento genuino en el momento en qué este brota de la interioridad. Es allí donde lo más propio se convierte en lo más universal puesto que nos hace y nos permite reconocernos únicos.
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