Todo calla.
Tras la agitación, todo es silencio.
Las calles, antaño llenas por el tumulto
aparecen vacías y desiertas.
¿La tierra duerme?
No, es la llegada de algo nuevo
que nos mantiene expectantes.
Es una quietud que vigila,
un aliento apenas perceptible
que nos acuna.
Sopla la brisa en las copas
desnudas de los árboles.
Y en la mudez de las calles oscuras
estalla la Luz.
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