jueves, 12 de diciembre de 2013

Febrero 2012


 

En el suave crepitar de tu duelo
veo la luna que relampaguea,
veo unas manos secas que, serenas
acarician con dulce llanto tu figura.

Apareciste un día de febrero.
El aire que golpeaba tus sienes
mecía los sonidos del estanque
en el que se reflejaba tu sangre.

Y así, con alma dolorida,
con un veneno tierno en tus heridas
dejaste que mi voz te sosegase.

¡Cuántas mareas de ceniza al viento!
como una espada que atraviesa el tiempo
en mi silencio dibujaste.
 

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