viernes, 15 de agosto de 2025

Poma


Imagino la luna llena iluminando con luz blanca el cielo cuajado de estrellas.
Imagino el cielo nocturno en la cima de una montaña, y la visión de los valles, a lo lejos,  con sus cabañas y sus historias infinitas.
Imagino el aire fresco en la cara y el silencio suave de la nieve encendida.
Junto a mí el calor de la mano de la persona amada, su luz interior, su universo cuajado de claridad y de música.
Y al cerrar los ojos veo la danza de los cuerpos que con su fuego transparente bailan con las luciérnagas.

***

Había una vez una sombra azul que volaba entre los tejados de las casas.
Su vuelo era luminoso y sus pupilas escrutaban la oscuridad en busca de un lugar donde detenerse a mirar la luz del alba.
Las casas estaban deshabitadas y los gatos en los tejados maullaban una canción de cuna.
Un niño acababa de nacer en el rincón de una de las casas.
Solo la madre y él respiraban en el silencio de la noche.
La sombra azul se posó en el tejado sin saberlo,
y al contemplar la luz del primer sol asomar por detrás de las montañas, se escuchó el llanto del niño acabado de dar a luz.

***

Estudio el sonido. A momentos de casi silencio y quietud siguen oleadas de rumores, como si el mar enfurecido arrojase su fuerza sobre la arena de la playa, para luego retirarse de nuevo en la inmensidad del océano. Es el vaivén de las olas de los heridos.

***

Más allá de los árboles que se recortan nítidos sobre el cielo, despunta el alba. Se oye el rumor de coches en la carretera y de grillos a lo lejos. Una luz pálida anuncia el nuevo día mientras las farolas todavía encendidas iluminan las rosas de naranja. La vida está aquí. En el momento en el que todo se detiene y podemos ver destellos de humanidad y de belleza en medio de la fragilidad.





 

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