domingo, 20 de julio de 2025

La habitación

     Estaba sentado en una habitación oscura.

    Sobre el cemento, en el silencio de los muros que acorralaban  sus sombras, había un pedazo de madera quemada.

    No recordaba como había llegado hasta allí.

    Recordaba el olor del fuego y el sabor húmedo del pino. Y observaba con ojos enloquecidos la punta del madero acabado de arder. 

    No había ni puertas ni ventanas.

    No había siquiera un tímido haz de luz con el que iluminar la estancia marchita.

    Escuchó su corazón palpitar y le pareció de repente recordar una antigua canción olvidada.

    Había dejado de sentir el hambre y la sed.

    Había dejado de sentir el tacto en la piel encendida.

    Sus ojos escrutaban la oscuridad intentando reconocer los contornos del espacio, y de pronto sintió un dolor agudo en las entrañas.

    Los latidos del corazón golpeaban cada vez cob más fuerza las paredes de la caja torácica. 

    Y entonces, sin saber de donde ni por qué, profirió un grito que retumbó en la paredes de cemento y partió su rostro en un llanto profundo. 

    El primero.

    En aquel momento volvió de nuevo su mirada hacia el suelo y al topar con la madera carbonizada  la tomó entre sus manos, se incorporó lentamente y con las rodillas hincadas en el cemento escribió sobre su superficie una palabra con la punta quemada.

    De repente, la pared situada a sus espaldas emitió un ruido plomizo y metálico, y la puerta se abrió.  

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