Pasa el tiempo
y las cosas se marchitan.
Olvidamos el motivo
por el que vinimos aquí:
cantar la eternidad en el tiempo
recordar que entre todas las cosas marchitas
existe algo que no muere nunca.
Nos perdemos entre las cosas del mundo
y olvidamos nuestro origen divino,
nuestra dignidad.
En cada uno de nosotros
habita un poeta
capaz de cantar el resplandor de los astros
el olor de la tierra húmeda
el dolor por tantas heridas
la alegría al celebrar la belleza
de lo que simplemente es.
Escucha lo que late en el pecho
la fuente silenciosa de la que mana
tu vida.
Párate un segundo y recuerda
que lo que parece más inútil
es lo fundamental:
escuchar el rumor del viento
el mecerse de las copas de los árboles
escribir palabras nacidas del sudor
de las entrañas
cantar una canción.
Recuérdala porque sin ella
tu vida deja de ser Vida
y se convierte en un simple pasar.
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