Lo sepamos o no, el Ramadan, como la Navidad o la Pascua (y tantas otras celebraciones que desconozco) son un bien para todos, creyentes y no creyentes.
Y quienes no lo celebramos, por no ser musulmanes, tenemos que estar agradecidos porque también a nosotros nos llega su beneficio.
¡Gracias a Dios y a las personas que contribuyen a fortalecer Su presencia en el mundo, por todo lo que constantemente recibimos, consciente o inconscientemente!
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